Mejorar la vida de los niños más desfavorecidos en Kenia; ése es el objetivo de la belga Ilse Longuet, que recorre descalza desde hace dos meses y medio la costa mediterránea española con su hija Helinah, de dos años, a cuestas, y que estos días atraviesa la provincia de Almería rumbo a Gibraltar.
Desde Barcelona, donde comenzó la aventura, hasta el territorio británico peninsular, son más de 1.000 los kilómetros que esta ciudadana belga de 34 años, nacida en Koekelare, y su hija están recorriendo con fines benéficos.
El reto, recaudar fondos para los niños desfavorecidos en Kibera, una barriada pobre de Nairobi (Kenia), donde Ilse pasa un mes al año.
"Allí muchas casas son de cartón y la gente está en una situación muy mala. Hay muchos niños que no tienen agua, comida, ropa, zapatos… Nada", afirma.
La buena marcha de las donaciones al proyecto 'The 1000 km barefoot walk', que se pueden realizar a través de Facebook y del portal GoGetFunding, les ha hecho alcanzar ya el objetivo inicial de 4.000 euros.
Una cifra que puede seguir subiendo. "Quedan algunas semanas hasta Gibraltar y hay mucha gente que va a donar si llegamos", explica Ilse, en un castellano aprendido sobre la marcha en los apenas dos meses y medio que lleva en España.
Ilse y Helinah recorren entre 10 y 20 kilómetros al día, se despiertan a las siete, desayunan y emprenden la ruta.
Cada jornada suele durar entre tres y seis horas, dependiendo de la pequeña; "ella quiere jugar y hay muchos parques infantiles", cuenta Ilse, que tenía previsto completar el reto en cien días, aunque la reciente ola de frío le ha obligado a retrasar su llegada.
Ilse, que trabaja en Ostende en un museo para niños en el que se recrean "tsunamis o tormentas", no esperaba encontrarse el temporal que ha azotado la costa levantina española estos días.
"Cada año hago un proyecto para recaudar fondos, este quería caminar descalza y, como Bélgica es más frío, pensé en venir a España", donde esperaba otro clima.
En su ruta, Ilse y Helina están encontrando muchos apoyos: "hay días que no tengo casa para dormir y la gente con la que hablo por el camino acaba invitándome a la suya", dice, mientras otros días duerme en cámpines e incluso le han cedido bungalós.
Ilse cuenta con una tercera vía, la autocaravana de Antoine, un jubilado francés entregado a la pesca que conoció en Denia (Alicante) y que decidió hacerles de apoyo logístico hasta Málaga.
Antoine le ahorra desde entonces los doce kilos del peso de la mochila a Ilse, que antes cargaba con estos más los doce de su hija, y le cede la autocaravana cuando no encuentra un alojamiento mejor.
Así será hasta Málaga, cuando Ilse, que avanza que ya tiene todo cerrado desde allí hasta Gibraltar, cambie su compañía por la de una amiga alemana que, junto a su hijo también de dos años, hará con ellas la parte final del recorrido.
Por el camino, anécdotas como el día en el que estuvo tres horas retenida por la Policía; "les expliqué todo el proyecto, les tuve que enseñar las cuentas y pasé un test médico", recuerda Ilse, que relata que al final todo quedó en un mal rato "y me desearon suerte".
Ilse proseguirá hasta Gibraltar con el que es su "mayor reto" hasta ahora, antes se tatuó en su espalda el nombre de 75 personas y el próximo reto será en bicicleta "en un lugar más cálido". O eso espera.