La Copa América se pone seria. El trofeo deportivo más antiguo del mundo se pondrá en juego en Bermudas en apenas ocho meses. En territorio británico de ultramar cinco desafíos se enfrentarán entre sí para ganarse el derecho a medirse al 'Defender', el Oracle Team USA. Dentro de poco se comprobará si la era de los multicascos voladores se asienta definitivamente en la madre de todas las regatas y si la competición recupera el esplendor deportivo y social que se logró en Valencia en 2007. En Tolón (Francia) se disputó el fin de semana pasado uno de los últimos ensayos generales tanto en el agua como en tierra firme.

El circuito mundial de las ACWS, las series previas cuyos resultados contarán -poco- para establecer la clasificación de los desafíos en Bermudas, desembarcó en el Mediterráneo para celebrar su penúltima escala. Era una de las últimas oportunidades de la flota para coincidir en el campo de regatas, para sacar conclusiones sobre cada uno de los proyectos. El Artemis sueco acabó llevándose el botín gracias a una primera jornada brillante: presentó una tarjeta de tres triunfos parciales, dos terceros puestos y un quinto. Al australiano Nathan Outteridge, timonel del barco sueco, le ha sentado muy bien la medalla de plata de Río en clase 49er y su compenetración con el táctico Iain Percy alcanza destellos de genialidad, tal y como reconocen hasta sus rivales.

Por detrás de Artemis, el equipo japonés liderado por el neozelandés Dean Barker y el sindicato británico de Ben Ainslie completaron el podio. El equipo local, el Groupama Team France de Franck Cammas, sigue progresando y acabó en cuarta posición, mientras que Team New Zealand y Oracle Team USA, sin el lesionado James Spithill al timón, ocuparon los últimos puestos tras dos actuaciones demasiado irregulares.

En la clasificación general del circuito, sumando los puntos obtenidos en Muscat, Nueva York, Chicago y Portsmouth, el Land Rover BAR británico sigue al frente, seguido de cerca por Oracle Team USA y Team New Zealand. Sobre el papel, estadounidenses y kiwis están llamados a tener un papel protagonista en 2017. También se mira con respeto y envidia alos ingleses, que están armando un proyecto extremadamente ambicioso con Ben Ainslie a la cabeza. El objetivo del legendario regatista olímpico no es otro que recuperar el aguamanil de plata que la goleta America se llevó de la isla de Wight en 1851. Hasta el Príncipe Guillermo de Inglaterra y la Duquesa de Cambridge, Kate Middleton, apoyan activamente al sindicato.

Sin poder volar

El viento no acompañó en Tolón -entre 4 y 6 nudos de intensidad en las dos jornadas celebradas-, lo que impide sacar demasiadas conclusiones sobre el estado de forma de cada equipo debido a que navegar en un campo de regatas así es lo más parecido a jugar a la lotería: puedes ganar una trascendental racha de viento o quedarte de repente completamente parado.

Sin poder levantar los cascos por encima del nivel del mar con la única sustentación de los pequeños timones en forma de T y las orzas en forma de J, los catamaranes AC45 pierden casi toda su magia. Pero, pese a ir arrastrándose, estas bestias ultramodernas siguen impresionando, sobre todo en tierra donde se pudo disfrutar de una excelente retransmisión por televisión (en los países donde alguna cadena ha comprado los derechos), internet (de pago) y en las pantallas del Village.

En el mar, el seguimiento fue mucho más complicado, ya que el área de exclusión es gigantesca por motivos de seguridad y el centenar de barcos de recreo que rodearon el campo de regatas apenas pudo vislumbrar la batalla. Una lástima, teniendo en cuenta que con ese viento un AC45 'descontrolado' tardaría un buen puñado de minutos y no de segundos en recorrer la distancia que les separaba del público flotante.

A ritmo de la TV

Sin duda, uno de los mejores cambios que ha traído la decisión de enterrar los monocascos para sustituirlos por catamaranes voladores es que la acción se desarrolla muy cerca de la costa, permitiendo la ampliación del Gran Circo de la vela -y del negocio- con la instalación de gradas. Todo está organizado a un ritmo frenético, televisivo: la duración de una manga (tres pruebas por día) no llega a los 30 minutos y entre manga y manga las tripulaciones apenas tienen tiempo de respirar, relajar músculos y llevar de nuevo los barcos a la línea de salida para disputar la siguiente regata. Se trata de un formato vertiginoso cuya finalidad es ganar adeptos.

Es cierto, como dirían los aficionados a la vela más conservadores, queesta Copa América fulmina el juego táctico de antaño, que ahora es una mera carrera de velocidad. Pero los equipos todavía siguen arriesgando en las salidas para ser el ganador del primer asalto, siguen buscando las mejores rachas de viento para acelerar más que el resto y siguen elaborando buenos ataques para ganar posiciones y férreas defensas para evitar ser superados, con la diferencia de que ahora pueden llegar a hacerlo a velocidades máximas de entre 45 y 50 nudos (83 y 93 km/h).

¿Una competición popular?

La Copa América ha sido siempre más prestigiosa que popular, salvo alguna excepción como ocurre en Nueva Zelanda, pero el nuevo formato de la regata atrae una multitud de curiosos a los puertos. Sucedió antes en Chicago y Nueva York y ha ocurrido también en Tolón, donde ni siquiera las fuertes medidas de seguridad (calles cortadas hasta para el transporte público, controles exhaustivos a cada visitante y mucha presencia de las diferentes fuerzas de seguridad), adoptadas tras los ataques terroristas sufridos en Francia, evitaron que el Village estuviera siempre abarrotado. El país vecino volvió a demostrar su cultura por la vela, su pasión por cualquier cosa que flota y que es propulsada por el viento.

En el recinto, similar al que montan otras competiciones como la Volvo Ocean Race o la Vendée Globe, los equipos vendían su merchandising -con precios nada populares- y los patrocinadores exhibían sus productos entre puestos de gastronomía, juegos y espectáculos de todo tipo. Eso sí, aunque las pruebas se desarrollaban a unos pocos metros, los barcos quedaban luego amarrados en las bases de los sindicatos, situadas a varios kilómetros de distancia de donde se encontraba el público, que no pudo contemplar de cerca las máquinas AC45. De nuevo imperaba la seguridad.

Resulta complejo y hasta injusto comparar la 35ª Copa América con lo que había antes de que el Oracle de Larry Ellison y Russell Coutts se presentara en 2010 en Valencia con un gigantesco trimarán de 90 pies (34 metros de eslora) y una sentencia de la Corte Suprema de Nueva York que obligaba al Alinghi a defender la Copa América en un duelo en exclusiva; el equipo suizo fue vapuleado por el USA17 en un santiamén. Tres años antes se había vivido en la ciudad española la edición más exitosa de todos los tiempos, con 12 equipos inscritos y mucho presupuesto para gastar por tierra, mar y aire. Corría el año 2007 y la crisis económica estaba a punto de irrumpir, por lo que la 32ª edición fue el último homenaje.

En los peores años de la Gran Recesión los nuevos dueños de la Copa decidieron apostar por catamaranes enormes, radicales, inestables y muy costosos (AC72). Sólo tres equipos pudieron reunir los recursos necesarios para retar en 2013 al sindicato estadounidense, una raquítica flota que pudo significar uno de los mayores fiascos deportivos a no ser por la increíble final que protagonizaron Team New Zealand y Oracle Team USA. Esta última tripulación logró encadenar ocho victorias consecutivas para salvar el match ball y conservar la Jarra de las Cien Guineas. Aquel pulso fue intenso, emocionante y brutal y avivó la fiebre por los barcos voladores: hoy encontramos regatas de monotipos que 'foilean', la vela oceánica está adaptando esos apéndices para dar la vuelta al mundo y los primeros prototipos de barcos de crucero cuyos cascos no tocan el agua ya navegan.

Para conseguir aumentar el tamaño de la flota a los organizadores de la 35º Copa América les ha bastado con acortar los catamaranes (en 2017 se competirá en los AC50 que verán la luz en diciembre de este año) y bajar los presupuestos (al ser embarcaciones con muchos elementos de diseño único, iguales para todos, los equipos invierten mucho menos en diseño y construcción). Si el defensor del trofeo y los cinco desafíos brindan en Bermudas un show similar al de hace tres años, si se confirma que se acabaron las diferencias abismales entre los sindicatos con más dinero y los más modestos, la fórmula habrá resultado ser un éxito rotundo.

¿Sigue habiendo ese glamour que siempre se ha asociado a la Copa América? Si bien algunas de las marcas más exclusivas del mercado continúan asociadas a la competición, esta regata ha perdido parte de esa imagen elitista y tradicional, algo que no deja de ser una buena noticia cuando se persigue que más gente se enganche a las regatas. Respecto al futuro, todo dependerá de quién logre levantar el santo grial del mar.