Bernard Moitessier fue un escritor, marino y activista francés. Conocido por sus varios libros de aventuras en los que relata sus proezas como navegante solitario, además sus lecturas tienen un fuerte carácter espiritual y poético.

Era la recta final de la primera regata en solitario de vuelta al mundo, sin escalas y sin asistencia e iba en cabeza, pero en el último instante se lo pensó mejor, dio media vuelta y se negó a desembarcar. Bernard Moitessier estuvo a punto de terminar su vuelta al mundo en solitario en cabeza de la carrera. Tras varios meses de navegación, su velero rojo -de nombre Joshua- flotaba de nuevo sobre el océano Atlántico, era 1968. Al marino le bastó con conservar su estilo de siempre para llegar el primero a Inglaterra. Pero esta larga ruta se convirtió en una revelación sobre su relación con el mundo y consigo mismo.

Jamás volvería a Inglaterra. Nunca terminaría esta carrera. Con la ayuda de su sextante, Moitessier se propuso dar media vuelta y eligió una nueva ruta. No disponía, entonces, de medio alguno de comunicación y lanzaba el siguiente mensaje al puente de un carguero: “Sigo, sin hacer escalas, hacia las islas del Pacífico, porque soy feliz en el mar y quizás para salvar mi alma”.

Atrás dejó los regalos y los premios de la prestigiosa competición y puso rumbo a Tahití. De esta forma, se convirtió en el mentor de toda una generación de amantes de la vela, por haber sabido decir “No” al dinero y a la gloria. Al final, consiguió realizar una vuelta entera alrededor de la Tierra, 10 meses de soledad, y atracar en la Polinesia.

Este gran marino no podía imaginar la navegación sin sextante, con el que encontraba la dirección tanto de día como de noche. Su magia consistía en llegar a su destino gracias únicamente a este utensilio de cuyo manejo se convirtió en un virtuoso. Su sueño: convertirse en un auténtico juglar de las estrellas… reencontrarse consigo mismo en contacto con el cielo y reservar la mecánica sólo para casos de emergencia.