Madeira se asienta sobre una serie de volcanes que hacen que su orografía tenga una impresionante altura de 1.862 metros sobre el nivel del mar. Al ser una Isla pequeña y “perdida” en medio del océano Atlántico todavía se considera una Isla desconocida.

Se la puede describir como un macizo montañoso que desciende abruptamente hacia el mar para formar una costa casi siempre rocosa y acantilada, con pocas playas y puertos naturales.

Su clima es muy agradable, con temperaturas habitualmente entre los 19 y los 23 grados, por lo que su flujo turístico es anual. A lo largo de la isla, eso sí, el clima es muy cambiante al haber mucha diferencia de altitud.

Con un fondo marino de mas de 3.000 metros de profundidad y unas cálidas aguas, Madeira tiene la fortuna de encontrarse en la ruta migratoria de una serie de magníficas criaturas marinas. Delfines, ballenas, tortugas o incluso focas monje, suelen dejarse ver por sus aguas, resultando una experiencia única poderlos contemplar en su ambiente natural.

Ya en tierra, sus paisajes volcánicos cubiertos de verde, lagunas azules, las fumarolas de San Miguel, sus volcanes inactivos, la convierten en toda una aventura que experimentar.

Sus particulares playas son volcánicas, de piedra o arena oscura y gruesa. Eso si, a falta de playas extensas o encantadores calas, su principal ventaja es la claridad de sus cálidas, limpias y transparentes aguas, ideales para darse un buen chapuzón.

Para los amantes de las emociones fuertes, en Madeira existen zonas de relieve accidentado y grandes acantilados, donde combinar la navegación con actividades de aventura, o incluso poder disfrutar de la navegación de altura. Existen compañías que ofrecen este tipo de excursiones tanto para particulares como para grupos, como incentivos náuticos en Madeira, organizando visitas turísticas, mágicas puestas de sol, fletes privados, jornadas de pesca e incluso la opción de nadar entre delfines.

Incluso para los más románticos, Madeira ofrece la posibilidad de realizar una boda de ensueño a bordo de una embarcación navegando entre sus acantilados.

La isla de Madeira no es muy grande, mide 58 km de largo por 23 km de ancho, por lo que se puede recorrer en poco tiempo. De un extremo a otro, se tarda tan sólo una hora, pues sus carreteras están en muy buen estado. Así pues, es muy aconsejable alquilar un coche, ya que es práctico y cómodo, y nos podremos mover a nuestras anchas a lo largo de toda la isla.

Desde Alcaidesa Marina te ofrecemos todo lo que necesitas para preparar la travesía.