El frente polar, una frontera oceanográfica entre el océano Austral y las masas de agua que lo rodean, no es una barrera biogeográfica tan impenetrable como se pensaba hasta ahora, según un artículo publicado en la revista Marine Environmental Research.
Entre los 45 y los 60º de latitud sur, en la zona de transición entre América del Sur y la Antártida, existen archipiélagos con una fauna marina que podría aportar información esencial sobre los patrones de distribución de la biodiversidad y la biogeografía de los ecosistemas oceánicos más extremos. El nuevo trabajo presenta el inventario más completo realizado hasta ahora sobre la distribución espacial de los briozoos -invertebrados marinos que viven en colonias y forman esqueletos mineralizados- de aguas poco profundas en las islas Malvinas/ Falkland (océano Atlántico) y las Georgias del Sur (océano Austral), situadas al norte y al sur del frente polar, respectivamente.
Ecosistemas marinos desconocidos entre Sudamérica y la Antártida
El equipo científico ha identificado 85 especies diferentes, entre las que hay dieciocho géneros y veintitrés especies que podrían ser desconocidos hasta ahora. Del total de especies identificadas, el 65 % se citan por primera vez como presentes en las Islas Malvinas (el 41 %, en las Georgias del Sur).
Tal como explica la investigadora Blanca Figuerola, de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio) y una de las autoras del artículo, "del nuevo inventario de briozoos que hemos generado ayudará a establecer una base de datos de la biodiversidad regional de briozoos y permitirá detectar posibles especies invasoras".
"El trabajo de investigación -detalla Figuerola-, que amplía el rango batimétrico de estudio en treinta especies marinas, analiza las similitudes faunísticas con las comunidades de briozoos de regiones vecinas, y servirá para diseñar patrones de distribución biogeográficos. Los briozoos, además, son un taxón muy indicado en estudios de biodiversidad para detectar transformaciones futuras en los ecosistemas marinos causadas por el cambio global".
Según las conclusiones, el frente polar no es una barrera biogeográfica circumpolar tan impermeable como se pensaba en el caso de los briozoos -colonizadores muy eficaces de superficies- a causa de la existencia de posibles vías de dispersión entre la región de la Patagonia y la Antártida. Este fenómeno de intercambio de fauna más allá de las barreras oceanográficas podría estar favorecido por el efecto de los remolinos de la corriente circumpolar antártica -capaces de transportar colonias de briozoos fijados a restos marinos- o también mediante algunos mecanismos de dispersión humana (agua de lastre de los barcos, por ejemplo).
Protegiendo la biodiversidad marina en los ecosistemas más extremos
Los estudios que comparan la biodiversidad de la Antártida y la de los últimos fragmentos que se separaron del megacontinente Gondwana -en especial, la región de la Patagonia- son esenciales para entender la evolución de las comunidades regionales y sus relaciones con la fauna externa al frente polar. Cartografiar el hábitat oceánico e identificar las especies de invertebrados marinos es, por tanto, una de las prioridades de investigación marcadas por la Estrategia de biodiversidad de las islas Malvinas (Falkland).
"Este nuevo estudio también contribuirá a mejorar las iniciativas de gestión marina del gobierno de las islas Malvinas y Georgias del Sur, así como de otras islas subantárticas y de regiones vecinas, que aún son muy desconocidas para el mundo de la ciencia", detalla Figuerola, que obtuvo una beca Shackleton para desplegar esta investigación. Figuerola es una de las integrantes del proyecto Distantcom, que es la continuación de los proyectos Ecoquim y Actiquim, dirigidos por la profesora Conxita Àvila, de la Facultad de Biología y del IRBio, para estudiar la ecología química de las comunidades de invertebrados marinos en la Antártida.
En el marco del trabajo, el equipo de expertos recogió muestras de briozoos de aguas frías -buceando con traje seco- en varias zonas de las islas Malvinas. Posteriormente, las muestras recogidas se identificaron, igual que se hace con las muestras depositadas en las colecciones de varios grupos e instituciones como el Shallow Marine Surveys Group (SMSG), el Instituto de Investigación Medioambiental del Atlántico Sur (SAERI) y el Departamento de Pesca del Gobierno de las Islas Falkland, instituciones que también han financiado la investigación. Según los expertos, sería importante poder ampliar esta línea de estudio en la fauna marina de zonas más profundas de América del Sur y el continente antártico.