Atracos a punta de pistola, tiroteos, la amenaza del virus zika y el eterno problema de unas aguas repletas de contaminación y ofnis (objetos flotantes no identificados, que pueden ser desde bolsas de plástico a electrodomésticos). Queda poco más de 70 días para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Río y los problemas no cesan en la ciudad brasileña.
La semana pasada regatistas de varios países acudieron a Río para llevar a cabo uno de los últimos test antes del inicio de la competición y algunos de ellos sufrieron percances que tardarán en olvidar. Como los miembros del equipo danés de vela, que se vieron en medio de un fuego cruzado entre dos bandas callejeras rivales.
La publicación Sail World ha recuperado otros comentarios que los deportistas daneses escribieron en las redes sociales el pasado día 18 y que borraron poco después. Es el caso de la tripulante de Nacra 17 Anette Viborg, que en Facebook explicó que en un principio creían estar escuchando fuegos artificiales hasta que vieron correr en busca de refugio a los trabajadores del puerto de Niteroi, quienes instaron rápidamente a los regatistas a esconderse también para no recibir una bala perdida. "Rindom dice que puede ver el miedo en los ojos [de los operarios], ya que el ruido de las ametralladoras (o lo que fueran, se escucharon muchos disparos) hacía eco en las paredes; todos estábamos extremadamente incómodos con la situación", publicó Viborg.
Sólo tres días después de ese incidente, tres miembros del equipo español sufrían un atraco a punta de pistola mientras se dirigían a desayunar en pleno barrio de Santa Teresa.
El campeón olímpico Fernando Echávarri, la campeona del mundo y europea Tara Pacheco -ambos forman la tripulación española en Nacra 17-, y su entrenador, Santi López-Vázquez, se vieron abordados por cinco personas armadas con dos pistolas, aunque no sufrieron daños personales. "Eran cinco menores con dos pistolas. A mí me han robado todo el instrumental de trabajo que llevábamos en aquel momento. Ha sido una experiencia muy desagradable", explicó el técnico sobre lo ocurrido.
Mal olor, superbacterias y heces en el agua
Pero más que por la inseguridad, los regatistas están más preocupados por las condiciones del campo de regatas, un quebradero de cabeza para las autoridades de Río desde que la ciudad fue elegida sede de los Juegos Olímpicos. Hace tiempo que el compromiso de limpiar el 80% de la contaminación de las aguas quedó en papel mojado. Pese a los diferentes planes de adecentar que se han puesto en marcha en los últimos años, el panorama es desalentador: aguas de un inquietante color marrón, corrientes de aire con olor a huevo podrido y objetos flotantes son características de los ríos, playas y lagunas.
Algunos deportistas han contado sus descubrimientos flotantes mientras navegaban: lavadoras, botellas de detergentes, neumáticos y hasta cadáveres de animales. Sin embargo, lo que más inquieta son las bacterias fecales, virus y microorganismos capaces de generar dolor de cabeza, vómitos, conjuntivitis e incluso hepatitis a quien entre en contacto con ellos durante un tiempo prolongado.
El alemán Erik Heil, tripulante en 49er, sufrió una infección por bacterias multirresistentes (SARM) el verano pasado tras haber participado en una regata de prueba en Río de Janeiro, según confirmaron los análisis a los que fue sometido. Heil tuvo que ser atendido durante unos días en distintos hospitales de Berlín por múltiples infecciones en la pierna y la cadera. Según los médicos y el propio atleta, la infección pudo haber sido contraída por el contacto con la contaminación del agua de la Bahía de Guanabara, donde fluyen, entre otras, las aguas residuales de un hospital.
Las grandes víctimas de esta crisis medioambiental son la Bahía de Guanabara y la Laguna Rodrigo Freitas, que, según expertos, sufren daños casi irreparables que supondrán décadas de dedicación e inversión para su limpieza, mientras las autoridades aseguran que no constituyen un riesgo para los deportistas olímpicos y limitan el problema a una cuestión estética.
El biólogo brasileño Mario Moscatelli defiende que ya no hay que centrarse tanto en estas aguas, "una causa perdida", sino en las áreas más próximas al sur y a las instalaciones olímpicas, que suponen un peligro para los bañistas pero que podrían rescatarse en "cuatro o cinco años".
La bajada de Jacarepaguá, próxima al recinto olímpico, está "en proceso terminal", asegura a Efe Moscatelli, porque hospeda una gran cantidad de aguas residuales tras años de vertidos descontrolados.
Moscatelli denuncia que hace un par de semanas, en una resaca, "hubo una agitación del fondo y una liberación de gran cantidad de gas", que se quedó en la región y generó dolores de cabeza y malestar a los habitantes de la zona.
Una situación similar se dio durante una etapa del campeonato mundial de surf, que se celebró en la ciudad hace una semana, y durante el cualvarios competidores sufrieron diarrea por las aguas contaminadas, aunque no era la primera edición en la que ocurría.
Moscatelli insiste en que, pese a que el Ayuntamiento asegura que el invierno carioca es tranquilo y sin grandes fenómenos, "existe la probabilidad, nadie puede decir que no exista, de que este tipo de situación se dé durante los Juegos", que se desarrollarán en Río de Janeiro entre el 5 y el 21 de agosto.
La amenaza del zika y el dengue
A este clima de ansiedad creado por la inseguridad y el estado de los campos de regatas se unen el virus zika. Marina Alabau, medalla de oro en Londres 2012 en clase RS:X, contrajo el virus el pasado mes de diciembre tras disputar la Copa de Brasil, presentando un cuadro médico con fiebre, dolores articulares y manchas rojas por todo el cuerpo. La sevillana restó importancia a las dolencias, asegurando que hay demasiado alarmismo al respecto.
Más agorero que la española se muestra Rory McIlroy, golfista norirlandés tercero en el ránking mundial, que puso en duda su presencia con Irlanda en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 este verano debido a las informaciones que alertan sobre los peligros del virus Zika.
En declaraciones a la BBC este lunes McIlroy dijo que está "supervisando" la situación. "Habrá un punto en el próximo par de años en los que nosotros (McIlroy y su novia, Erica Stoll) vamos a tener que pensar en formar una familia. En este momento estoy listo para ir, pero no quiero que nada afecte a eso", agregó. "De hecho, voy a inyectarme las vacunas. Por lo menos, voy a estar vacunado para lo que sea… por si allí me pica un mosquito", añadió.
La semana pasada la Organización Mundial de la Salud (OMS) compartió la preocupación de los atletas y aficionados ante la posibilidad de contraer el virus del Zika durante su estancia en Río de Janeiro, pero advirtiendo que la decisión de acudir o no debe ser "individual".
Por su parte, el Ministerio de Sanidad español ha pedido precaución a las personas que asistan a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro para no contagiarse de Zika, dengue o Chikungunya, enfermedades con las que podrían volver a España y propiciar la transmisión en el país de estos virus. Sanidad ha publicado sus recomendaciones de vacunación y medidas de prevención para los viajeros que acudan a los Juegos.
Destaca que este evento tendrá lugar en temporada de invierno, que en Río de Janeiro presenta clima más frío y seco, lo que reduce las poblaciones de mosquitos y con ello el riesgo de infecciones transmitidas por estos vectores, como el virus Zika, el dengue y Chikungunya, a excepción de Manaos, donde se llevarán a cabo algunos partidos de fútbol.
Sanidad advierte de que, aunque la probabilidad de picaduras por mosquitos infectados se considera "muy bajo", no puede excluirse en su totalidad, y alerta de que algunas personas pueden infectarse y regresar a sus países de origen, "donde se encuentran presentes mosquitos vectores competentes y activos, lo que podría crear una oportunidad para la transmisión local".