Dídac Costa es el único regatista español en este Vendée Globe, la regata más radical que pueda haber. Dar la vuelta al mundo en solitario no está al alcance de cualquiera y la fortaleza mental acaba prevaleciendo a la física. De los 29 barcos y regatistas que tomaron la salida el día 6 de noviembre, Dídac, probablemente es el que lo ha tenido más difícil. Pero su ilusión y ganas, junto con las de su equipo encabezado por la figura de Jordi Griso, han podido con todo.

El día que pasó por el Cabo de Hornos tuvo un recuerdo para todas las personas que han creído en él, que han sido muchas y que le han apoyado, ya no solo económicamente, sino también moralmente a que pudiera conseguir su sueño. Y no ha sido fácil. Ya ha navegado tres cuartas partes del planeta en solitario a bordo del One Planet One Ocean, su viejo compañero de fatigas, y con el que ha tenido la oportunidad de pasar dos veces por este mítico punto del planeta, la otra fue 684 días antes con Aleix Gelabert en la Barcelona World Race.

No voy a repetir ni a reiterar las dificultades iniciales que tuvo, estas ya son conocidas por todos. Pero, ¿quién daba un duro por él y su barco cuando tuvo que darse la vuelta a las pocas horas de partir? Ahí parecía que se acababa la vuelta al mundo, pero nada más lejos de la realidad. Partió cuatro días más tarde que el resto y a la hora de escribir esta columna, quedaban dieciocho de los veintinueve barcos en competición, y tres ellos navegando por detrás del One Planet One Ocean.

La fuerza que está teniendo Dídac es digna de un gran reconocimiento y pase lo que pase, ojalá lo que no se le ha dado antes de salir, lo reciba cuando vuelva. Ha demostrado ser muy fuerte de mente y sabe que tiene el objetivo final, el de acabar, para él será la victoria.

Peter Heerema, el único regatista holandés que está en competición, comentaba hace pocos días que estaba muy fatigado mentalmente y que aún le quedaba parte del Pacífico y todo el Atlántico por recorrer, y que lo veía como una gran montaña. Lo único que le mantenía en competición eran todos los ‘me gusta’ en facebook y los correos electrónicos de ánimo que recibía. A Dídac no le hacen falta este tipo de motivaciones.

Le resta aún un mes por delante y después Dios dirá. Algunos grandes proyectos se han quedado por el camino, otros con muchos más recursos ya han llegado, eran objetivos distintos, y también tiene su mérito, sin duda.

Ahora solo resta esperar que todo vaya bien, y aunque aún le queden cerca de 5.000 millas por delante, el hecho de estar de nuevo en el Atlántico hace que las cosas se vean de otro color. Aún le restan algunas calmas y temporales antes de llegar a Les Sables d’Olonne, y en una regata tan exigente como esta no hay que bajar la guardia ni un solo momento, aunque no debe ser nada fácil en casi 100 días de navegación.