Galicia escribe la historia del deporte. Una vez más, un deportista gallego logra un hito al alcance de muy pocos en todo el planeta. En esta ocasión, ha sido Roberto Chuny Bermúdez de Castro (A Coruña, 1970), que se convertirá el día 27 en el segundo español (tras Joan Vila) en ganar la Volvo Ocean Race, la vuelta al mundo por etapas y una de las regatas más prestigiosas. Solo una catastrófica carambola que incluya dos penalizaciones y reúna el peor resultado del barco de Chuny y el mejor de su rival evitará la victoria del Abu Dhabi en Gotemburgo.

La superioridad de la tripulación que integra el gallego (en esta edición todos compiten con el monotipo Volvo Ocean 65, lo que ha extremado la exigencia física y mental, y tras nueve meses, otras tantas etapas y 38.739 millas náuticas, es decir, 72.930 kilómetros, la diferencia será de apenas unos minutos) es tal que la última etapa (Lorient-Gotemburgo) será un trámite.

Roberto Bermúdez se consolidará de esta manera como uno de los mejores regatistas de la historia, completando su sexta participación en la Volvo Ocean Race (récord español, a dos de las siete del sueco Roger Nilson y el holandés Bouwe Bekking) y asumiendo un papel relevante en media docena de proyectos mostrando una inusual habilidad para desarrollar diferentes tareas. Ha quedado patente desde aquellos inicios en el Caixa Galicia hasta este proyecto de capital saudí y con integrantes de multitud de países.

Ya es uno de los referentes de la navegación oceánica española, tras haber sido el trimmer del Abu Dhabi, a lo que añadió sus guardias a la caña, lo que le convirtió en uno de los hombres de confianza para el patrón Ian Walker a la hora de tomar decisiones clave. «Su experiencia es un factor clave, es una persona que hace grupo y de los mejores navegantes que tuve nunca», dijo acerca de Chuny el inglés.

Salvo en la etapa de Newport a Lisboa, el dominio del Abu Dhabi ha sido rotundo, tanto en las regatas principales como en las in-port (las costeras, válidas para desempatar). Con todo, el coruñés ha destacado el desgaste que supuso.

Junto a Chuny Bermúdez, se proclamará vencedor de la Volvo Ocean Race el vigués Diego Torrado, especialista hidráulico con una importante labor en tierra.

«Ni mucho menos me considero una leyenda»
El nombre de Chuny Bermúdez de Castro (A Coruña, 1970) traspasa fronteras y ha encontrado un lugar entre los grandes de la navegación transoceánica.

-¿Qué es lo que siente?
-La verdad es que en realidad no te das cuenta de lo que has ganado… Es como raro… Porque sí que eres consciente de que es una de las regatas en el mundo de la vela, junto a la Copa América, que siempre te gustaría poner en tu currículo, pero la sensación es extraña. También quizás porque es una celebración por anticipado. Si no fallábamos en la navegación hasta Lorient, lo teníamos en el bolsillo.

-Para muchos, usted ya es una leyenda.
-(Sonríe) Ni mucho menos. Además las leyendas casi siempre se forjan cuando uno está muerto y yo estoy muy vivo.

-¿Cuándo llegaron a puerto, qué se escuchó en el barco?

-Al principio se hizo el silencio, estábamos todos muy callados. Pero luego empezamos a celebrarlo, éramos conscientes de que lo habíamos conseguido.

-¿Cuál fue el secreto del éxito?
-Somos un equipo que nos formamos pronto y que entrenamos muy bien. Además teníamos un plan, que era el de navegar rápido, pero siempre cuidando el material. En este apartado tuvo mucho mérito el equipo de tierra, liderado por el vigués Diego…. Mimaban el barco hasta el último detalle. Todo el mundo sabe que ese es el camino, pero es muy difícil de cumplirlo. Fíjese que yo llevo seis intentos.

-¿Muchos nervios a bordo en estas dos últimas etapas?
-En la anterior sí, pero en esta no. Es tan corta que no te da tiempo. Evidentemente para mí fue muy especial, pasamos muy pegados a costa por Galicia. Viramos a solo cuatro millas de la Torre de Hércules. Y tuvimos condiciones duras. A partir de Touriñán nos cogió un nordestón… Me lo habrá oído decir, se habla de Cabo de Hornos, pero Galicia puede ser más exigente.

-¿De quién se acordó al final?
-De mi familia, de mis hijos que lo pasan mal cuando estoy fuera de casa tanto tiempo, y de los que me ayudaron desde el principio. Y del montón de amigos que no para de felicitarme.

-¿Cuál ha sido su peor momento?
-Hubo muchos. Vives momentos horribles, como en la pasada edición cuando rompimos el casco frente a Chile y no sabíamos si el barco se iba a hundir. Estás lejos de tierra y el agua muy fría. Es difícil que alguien te pueda ayudar. Sin embargo, lo importante es saber olvidarlos. Aprender de ellos, pero dejarlos atrás. Si no, no te vuelves a embarcar.

-¿Cree que se valora lo suficiente el sacrificio que pasan?
-No se trata del sacrificio. La gente de la calle sabe perfectamente lo que es sufrir, hay un montón de familias que hacen malabares para llegar a fin de mes. Se trata del valor deportivo que tienen esta y otras regatas. Y en este sentido, pienso que la vela no está bien reconocida.

-¿Le gustaría que su éxito sirviera precisamente para eso?
-Voy a luchar para que sea así. He navegado por todo el mundo y conozco pocos lugares como Galicia para el desarrollo de los deportes náuticos. Solo tenemos que creérnoslo y que los políticos nos hagan caso. Andan vendiendo que lo de la vela solo es para clases altas, pero lo que somos es gente de mar.

Fuente: La Voz de Galicia