Actualmente el imaginario de familia convencional está conformado por un hogar y una casa en un punto geográfico 'estable'. Sin embargo estos días se ha asentado una familia en el embarcadero de Puerto Sherry. Se trata de un matrimonio hispano-francés formado por Pierre y María, que viajan en su velero Soledad por todo el mundo, acompañados por sus tres hijos pequeños.
María es una sevillana que se trasladó a Francia para estudiar con una beca Erasmus, allí conoció a Pierre y decidieron formar una familia. Ambos han estado trabajando durante diez años y criando a sus hijos, pero ese estilo de vida dificultaba la posibilidad de pasar más tiempo con ellos. "Teníamos los dos un contrato a jornada completa, a penas veíamos a los niños y queríamos pasar más tiempo con ellos. Por este motivo decidimos vivir la vida de otra manera", afirma Pierre.
El matrimonio se propuso vivir su vida de un modo distinto, ajeno a los convencionalismos actuales y a las comodidades que puede ofrecer una vida sedentaria y sosegada. "Conocemos mundo, disfrutamos de la vida a nuestro modo pero también trabajamos mucho. El barco es nuestra casa flotante, y como toda casa requiere de arreglos. Yo estoy todo el tiempo arreglando cosas que se estropean", declaraba Pierre.
Por su parte María afirma que los niños "reciben una educación diaria. Todos los días les damos clases así que, en ese sentido, no están desprovistos de sus lecciones pertinentes".
Sin embargo no todo es tan bueno como aparenta, ya que ambos afirman que existen ciertos inconvenientes a la hora de vivir en un espacio reducido en medio del mar. "Lo peor de vivir en un barco es el espacio. Muchas veces hay peleas y problemas que requieren solución, como en todas las familias, y nosotros no podemos irnos a otra habitación para estar solos. Tenemos que arreglar los problemas en el momento", opinan los padres.
Por otro lado, Pierre dice que las mareas y el clima son otros factores que pueden "desestabilizar este tipo de vida. Tenemos calefacción y estamos equipados para cuando hace frío, aunque siempre buscamos sitios cálidos durante la temporada de invierno. Ahora nos dirigimos a las Islas Canarias, para evitar las bajas temperaturas", explican.
María afirma sentirse satisfecha con este estilo de vida y recalca que la educación que están recibiendo sus hijos no sólo es "la típica educación que puede recibir un niño es una escuela. Ellos están constantemente aprendiendo valores como el medio ambiente o el hecho de vivir sin tecnologías durante todo el tiempo. Valoran las cosas y los recursos de los que disponemos".
Esta peculiar familia estará hasta mañana en Puerto Sherry, disfrutando del clima y de los paisajes de la localidad. Pronto emprenderán su marcha y volverán a "disfrutar de la vida, del sol, del mar y del ambiente marítimo", declaran.
El problema del medio ambiente y su visibilidad
La posibilidad de poder viajar por el mar y el océano ha hecho que esta familia pueda comprobar de primera mano las vicisitudes y consecuencias que la contaminación humana está ejerciendo sobre las aguas de nuestro planeta. María afirma que el mar está muy sucio, "No vemos las aguas de los mares limpias, la contaminación está siendo un lastre para la tierra, y los océanos lo están notando. La sevillana quiere lanzar este mensaje y hacer un llamamiento social a través de este medio. "Me preocupo mucho por el medio ambiente y les inculco a mis hijos qué es lo que no hay que hacer, por ello quiero que esto se sepa".